Salamanca

Portillo de las Batuecas por Río Batuecas. Santuario

 

Altimetría Portillo de las Batuecas

Longitud: 10,9 km
Altitud: 1.242 m
Desnivel: 679 m
Porcentaje: 6,23 %
Coeficiente: 130

Localización: Estamos en la carretera SA-201. Para llegar hasta aquí lo hemos podido hacer descendiendo el valle viniendo desde La Alberca, o viniendo desde la provincia de Cáceres, una vez hayamos pasado el pueblo de Las Mestas, y entrado en la provincia de Salamanca, comenzaremos el puerto en el segundo puente sobre el río Batuecas.

Especificaciones: La carretera, sin ser excepcional, es buena. Con señalización horizontal en el centro de la calzada.

Fuentes: En la segunda herradura, contando como primera la del santuario, en un pequeño área de descanso-merendero a la izquierda de la calzada encontraremos la primera fuente. La segunda está situada en la cuarta herradura, ya pasado el kilómetro seis. Está situada en una pequeña covachuela construida a la derecha de la carretera, en la misma herradura.

 

Descripción: El Portillo de las Batuecas es uno de esos puertos que marcan a cualquier cicloturista que lo sube. Sin hablar de un puerto de dureza extrema, el grado de dificultad del puerto es bastante alto.

El puerto comienza en el segundo puente que encontramos, viniendo de Las Mestas, sobre el río Batuecas, si bien es cierto, que en esta localidad, y al venir sí o sí, por esta carretera, encontramos ya rampas importnates, hasta llegar a este puente no se considera inicio de la subida. Todavía estamos en esa parte del valle de Batuecas rodeados de  grandes riscos desde los que se asoman las cabras, y nos sobrevuelan los buitres, cuando la carretera está encajonada en el fondo del valle, el parque natural Batuecas Sierra de Francia. Una auténtica maravilla para los sentidos. Patrimonio Natural

El primer kilómetro de la subida, es muy suave, prácticamente inexistente, hasta llegar al cruce con el Santuario. Aquí, antes de afrontar la dureza de la subida, es obligada la parada y adentrarse por un momento en el desierto de paz que supone el monasterio y, sobre todo, los alrededores del mismo. El monasterio fue construido a finales del siglo XVI, concretamente en 1599 por los Carmelitas Descalzos de Castilla. Fue, a partir de ese momento, lugar de peregrinaje para el abandono en sus oraciones y penitencias de los monjes de la orden Carmelita, construyendo, muchos de ellos, pequeñas ermitas para su época eremita, conociéndose así el lugar como "desierto de las Batuecas", ya que era el lugar donde estos monjes se apartaban del mundo buscando el remanso de paz y contemplación en sus oraciones.
En 1836, en el periodo de las "desamortizaciones", los frailes fueron expulsados y el monasterio fue vendido a manos privadas. El deterioro en esta época fue constante, a lo que ayudaron varios incendios, quedando completamente destruido.

Hasta 1950 el monasterio no fue de nuevo habitado. Tras una completa rehabilitación por parte de la orden Carmelita, fue entregado de nuevo a los monjes para restaurar de nuevo la vida contemplativa en el santuario y en el valle.

Hoy ya no existe la rigidez de antaño en el monasterio, llegando a existir actualmente una hospedería que acoge al viajero que quiera pasar una estancia en tan magnífico lugar, con un precio por habitación de 50 €, la pensión completa, teniendo que estar un mínimo de dos noches en la hospedería.

Pero no solo es el monasterio y su hospedería lo que hay que admirar en este valle. Si bordeamos la tapia del monasterio y nos adentramos, paralelos al río, al interior del valle, pronto podremos, además de disfrutar de una naturaleza casi salvaje, y de una gran cantidad y variedad de fauna y flora, podemos disfrutar de numerosos "canchales" de pinturas rupestres, que atestiguan la presencia del hombre en esta zona ya en el Neolítico, que es de cuando datan este conjunto de pinturas rupestres declaradas Bien de Interés Cultural en 1985, en su conjunto, mientras que la mas famosa, el "Canchal de las Cabras Pintás", tiene declaración específica desde 1924.

Dejemos atrás el retiro espiritual y cultural, y continuemos con nuestra ascensión en bicicleta. La del Santuario será la primera herradura que encontremos en esta subida, nos quedan otras nueve para completar la ascensión, ya que la carretera se vuelca sobre la montaña, en forma de herraduras, para salir del encajonamiento a la que la ha sometido el valle de Batuecas. La carretera data de principios de Siglo XX, y si hacemos caso a las historias y leyendas, se construyó siguiendo la senda que un pastor y sus ovejas hicieron en sus trayectos entre el valle y los pueblos de la Sierra de Francia.

Sea esto realidad o leyenda, lo cierto es que la carretera es una preciosidad. Metida, desde el comienzo, en pleno bosque de pinos, no nos permite un respiro, en cuanto a vistas, hasta la mitad del tramo de herraduras, que es cuando nos asomaremos al espectacular valle que estamos dejando atrás.

Decía antes que el puerto, si bien no es espectacular en cuanto a números, si de su dureza hablamos, tiene su dificultad en la ascensión. Nos encontraremos, como primera dificultad, que el comienzo del puerto está tan encajonado que la sensación allí abajo es siempre rara, de calor, de asfixia, de falta de aire. A partir del santuario la pendiente siempre va a ser parecida, entre el seis y el siete por ciento, pero esos primeros kilómetros buscando la salida del valle, antes de llegar a las herraduras hacen que llegues a ellas casi vacío de fuerzas, buscando ese respiro, que parece que ese balcón, que comentábamos antes, en forma de vistas al valle, nos va a dar. Pero nada mas lejos de la realidad. Ese ansia por concluir la subida, ese deambular constante por las herraduras, hace que no veas nunca el final de la subida, y que cuando lo tienes ahí mismo, el puerto te obsequia con el kilómetro mas duro de toda la subida para rematar la faena a lo grande...

Y arriba, antes de afrontar el pequeño descenso hasta La Alberca, conviene, ahora sí, deleitar la vista contemplando el magnífico panorama que hemos dejado atrás en el valle de Batuecas.

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